top of page

Las comunidades organizadas ante la crisis sanitaria

La contingencia sanitaria del COVID-19 ha modificado la dinámica social de todos los rincones de México. A diario escuchamos en notas periodísticas las fuentes de empleo que se han perdido, el incremento de los índices de violencia, el desabasto de alimentos e insumos médicos. A pesar de todo este vuelco de noticias, que hacen mella en el estado de ánimo, varios de los grupos con quienes trabajamos han desarrollado estrategias para sobrevivir a la crisis de forma colectiva. Desde una lógica de si te afecta a ti, nos afecta a todos.


Los grupos con quienes trabajamos, a través de sus voces nos permiten comprender cómo esta la realidad en los pueblos de Morelos, cómo sabemos al mitigar la movilidad trastoca la esfera laboral, la mayoría de las personas tienen negocios o prestan servicios turísticos. En Ocuituco, nos mencionan lo siguiente:



“El mayor impacto que vemos es la falta de trabajo, la mayor parte de nuestra comunidad vive de la venta del aguacate y en esta época es más difícil vender este producto. Es una cadena, las escuelas mueven el comercio local, los taqueros,

las tortillerías y los jóvenes viajan en los taxis comunitarios, el taquero compra al carnicero y así sucesivamente” Colectivo Jaguarundi

 

“Hay personas que viven del comercio y que no pueden dejar de vender,

aunque se los prohíban, porque es su única fuente de ingresos”

Colectivo Jaguarundi


Para muchos colectivos y personas esta situación no tiene precedentes, y no se imaginan vivir esta situación, y los efectos de la contingencia sanitaria en la economía devela de donde proceden los ingresos y fuentes de empleo de miles de personas, que no cuentan con derechos laborales, y así lo expresa el colectivo Yankuik Kuikamatilistli:


“Tomamos medidas de seguridad y protocolos de

higiene, pero no podemos dejar de trabajar. No tenemos

derechos laborales que nos permitan encerrarnos.

La realidad es otra, pues” Yankuik Kuikamatilistli.



A pesar de este contexto tan adverso, que muestra la vulnerabilidad de miles de personas, los colectivos observan y desarrollan estrategias para sobrevivir y enfrentar esta crisis de forma colectiva, en conjunto con otras y otros que reflexionan sobre los aprendizajes que permite vivirla desde una lógica más solidaria con diferentes matices, lúdicos, de intercambio y de soberanía alimentaria.



“En mi familia, mis hermanas realizan juegos y actividades

divertidas en casa para distraer a los sobrinos, pues vivimos juntos”

Colectivo Jaguarundi

 

Con vecinos y amigos hemos implementado el trueque de productos

(azúcar, verduras, jabón, carne)” Colectivo Jaguarundi


 

“Estamos transformando el Centro Cultural, o lo que queda de él,

en unidad de producción. Hay que garantizar el autoconsumo,

aumentamos la cantidad de árboles de limón, papayos y mantenemos

los ciruelos que están retoñando. Buscamos medidas naturales o

no tan contaminantes de control de plagas, establecimos áreas para la

siembra de nopales, cilantro, fresas, pápalo, jitomate, epazote entre otros

cultivos de corto plazo, además de establecer un área para la siembra

de maíz, calabaza y frijol de milpa de riego por goteo” Yankuik Kuikamatilistli

 

Como leemos en los testimonios de los colectivos, las contingencias vividas (sismo del 2017 y COVID-19) nos plantean transformar nuestro cotidiano, generar aprendizajes para reinventar nuestros vínculos sociales y con nuestro territorio, es un momento para redefinir nuestras formas de consumo y el significado de desarrollo. Este cotidiano, sólo reproduce desigualdad social que afectan a miles de personas. Es momento de sembrar desde la esperanza y con un sentido de resiliencia con la otredad.





Publicaciones recientes
bottom of page