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La construcción de las decisiones comunitarias, un enfoque hacia la participación comunitaria

  • Fundación Comunidad AC
  • hace 16 horas
  • 2 Min. de lectura

Ivette Nava

Responsable del Fondo Ambiental




 

Desde mi formación como bióloga, solía pensar que involucrar a la comunidad en un proyecto ambiental significaba acercarme a las autoridades locales para solicitar permisos y confiar en que ellas serían las encargadas de informar a la población sobre los objetivos de nuestro trabajo. En ese sentido, buscábamos a alguna persona que actuara como puente de comunicación entre la academia y el territorio, y al finalizar el proyecto, entregábamos los resultados a las autoridades para que los compartieran con la comunidad.


Visto desde un enfoque técnico, en la mayoría de los proyectos ambientales de distintas organizaciones, tanto gubernamentales, académicas y de la sociedad civil se sigue una metodología similar en cuanto a su implementación, en donde muchas veces se pasa por alto la opinión de la comunidad y, por lo tanto, no se logra una vinculación que permita la apropiación de los proyectos; la consecuencia es clara: sin una verdadera vinculación, los proyectos carecen de apropiación local y, con el tiempo, pierden sostenibilidad.

 

En Fundación Comunidad, he comprendido que el intercambio de saberes es una herramienta fundamental. Las experiencias acumuladas en el acompañamiento a proyectos nos han demostrado que no hay soluciones universales, sino caminos que deben ser trazados en conjunto. Escuchar a la comunidad, conocer su contexto y valorar sus propuestas es el primer paso. A partir de ahí, nuestro papel como acompañantes es construir, junto con personal técnico, estrategias integrales que conjuguen saberes locales y conocimientos especializados para lograr el cambio ambiental necesario.

 

Este enfoque permite que las prácticas de conservación y uso sustentable de los recursos naturales no solo se adopten, sino que se mantengan en el tiempo. La apropiación comunitaria garantiza la continuidad del proyecto, la participación activa de las nuevas generaciones y, en consecuencia, la resiliencia del ecosistema.

 

Desde el Fondo Ambiental, es profundamente gratificante ver cómo las comunidades se organizan por un bien común; acompañarlas desde Fundación Comunidad ha transformado mi manera de entender la problemática ambiental y ha replanteado mis estrategias. Hoy estoy convencida de que la participación comunitaria no es un complemento, sino el corazón de todo proyecto ambiental verdaderamente sostenible.

 

Un ejemplo claro es el proyecto de Gestión sostenible y saneamiento de agua en comunidades marginadas de las cuencas del Río Amacuzac y Río Atoyac en el estado de Morelos, en esta iniciativa se trabaja la participación comunitaria para asegurar la sostenibilidad del proyecto. A través de mesas de diálogo, se han generado compromisos concretos entre la comunidad y los actores involucrados. Estas mesas han permitido no solo sensibilizar sobre el uso racional del agua en las huertas de aguacate, sino también abrir espacios para reflexionar e intercambiar soluciones diseñadas desde las necesidades locales.

 

Tenemos la convicción de que estos espacios son el punto de partida para construir estrategias que beneficien no solo a las huertas, sino al ecosistema en su conjunto, porque cuando una comunidad se apropia de su entorno, también protege su futuro.

 


 


 
 
 

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