Mi ejemplo preferido de lo que es producir valor social
Carolina Ruesga
Dicen por ahí que en la vida es más importante con quién caminas, que saber hacia dónde vas y qué logras en el camino. Al repasar los 25 años de trabajo ininterrumpido de Fundación Comunidad – algo que se siente como un logro en sí mismo, por esos momentos efímeros en que se estuvo cerca de claudicar – pienso que con este pensamiento puede resumirse lo que es la Fundación. Ahí está el valor social. Pero antes de ahondar en ello, permítanme compartir brevemente una de las historias de la historia de Comunidad.
Tuve la fortuna de trabajar en la Fundación desde sus inicios, y posteriormente, en una etapa importante para crear y encausar un Consejo Directivo acorde a la Fundación, por lo que fungí entonces, por varios años, como una especie de mil usos. Alumna-voluntaria-practicante-procuradora de fondos-comunicadora-diseñadora de proyectos-locutora de programa de radio-supervisora de campo-administradora-gestora-relacionista pública-coordinadora-directora ejecutiva (y seguro otras ocupaciones que se olvidaron). Hicimos de todo, como se puso: sin preparación, con errores, con excesos. Y con muchas ganas, porque era mucha la necesidad y la inspiración. Lo único que se tenía, con lo que se contaba, era una visión compartida. Y fue una fortuna enorme, para mí, una joven que se sentía miserable estudiando la licenciatura y rogaba a Dios concluir la Universidad ya para encontrar su verdadera vocación, el terminar complementando sus estudios de administración con un curso informal, intensivo y personalizado de trabajo social, bajo la guía de una líder extraordinaria con quién me aventuré a emprender y ayudar a construir la organización (de ahí la foto, de la “doble graduación”).
De regreso al presente, después de 25 años de experiencia profesional, me atrevo a afirmar que, cuando me toca definir en mi trabajo lo que es valor social, lo primero que llega a mi mente es Fundación Comunidad. Y, aunque reconozco que mi mirada es subjetiva, idealizada, y por tanto sesgada, me animo hoy, en su vigésimo quinto aniversario, a compartir esta reflexión.
En un momento histórico y un contexto político como el que enfrentamos hoy donde la ciudadanía organizada es demeritada y hostigada, y prevalece la confusión, el resentimiento y el hartazgo sobre las OSCs, y ante lo que se considera, en muchos de los discursos de entidades donantes, de personas de servicio público, como valioso y exitoso de una organización de sociedad civil, es interesante observar qué caracteriza a la Fundación. Ante quienes nos invitan a fijarnos y enfocarnos en...
...la cantidad de dinero recaudado y aplicado, Fundación Comunidad nos ha demostrado el valor de movilizar voluntades y voces alrededor de distintos valores y recursos compartidos,
… en la gestión orientada sólo a producir resultados e impactos, la Fundación nos ha permitido valorar la riqueza de los procesos, y lo que es posible construir, cuando se trabaja con visión poderosa de largo aliento,
… en las ventajas de la institucionalización, las certificaciones, las especializaciones, la Fundación nos enseña el valor de experimentar, de improvisar, de flexibilizar, y el valor las experiencias como fuentes de conocimiento y en el valor que tienen los distintos tipos de saberes,
… en la imperante necesidad de estandarizar y replicar modelos y fórmulas, la Fundación nos ha mostrado la diferencia que se hace también a responder a realidades y contextos locales y particulares,
… en lo urgente que es hacer el trabajo rentable para poder ser autosustentable, la Fundación nos ha recordado que es más urgente aprender a ser autosuficientes, trabajando con lo que hay, y con lo que es posible hacer desde con la riqueza ya existente de las comunidades,
… en lo sensato y atractivo que es contabilizar y cuantificar la magnitud sus cambios sociales con datos e infografías, la Fundación logra comunicar, con naturalidad, que es fácil comprender, valorar y explicar la calidad de lo que ayuda a transformar,
… en lo conveniente que es depender en tecnologías, herramientas e instrumentos, y de otros activos e insumos tangibles, la Fundación ha hecho evidente lo natural y funcional que es depender de las personas y las comunidades, dinámicas e impredecibles.
En suma, Fundación Comunidad es lo que es por que ha producido y valora, mucho de lo que, desde mi punto de vista, es fundamental, y que, lamentablemente, no se valora suficientemente en estos tiempos:
La capacidad de enfocar en lo relacional, de sostener vínculos de confianza, solidaridad y reciprocidad, esos con quienes se camina
Los liderazgos que, con perseverancia y con consistencia, invitan a trabajar y seguir construyendo, quienes modelan y convocan a caminar
El voluntarismo, que lleva a pensar que es posible construir con lo que hay, porque es suficiente para seguir caminando
La inclusión y la integración con quienes se suman, sin importar sus ideologías, sus posicionamientos y filiaciones políticas, su estatus económico y social, mientras quieran caminar…
Por eso digo, Fundación Comunidad es querer caminar, y recibir a quien le baste eso para avanzar: caminar con compañía. Ese valor social es lo que, en mi recuento de sus historias, la ha hecho sostenible. Me siento orgullosa, sin duda, de ser parte de ese andar, pero más que nada agradecida a todes quienes antes y después de mí caminaron, por haber sostenido esa visión y por su esperanza. Estos 25 años nos dicen que, lo que se hace y lo que se resiste, y lo que persiste, desde el espíritu comunitario, existe y vale por sí mismo, sin importar todo lo demás, y sin importar cuánto tiempo pase.
¡Larga vida a Fundación Comunidad!
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