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Nuestro rol como asociados y los horizontes preocupantes en estos tiempos

Miguel Izquierdo

Miembro del Consejo de Fundación Comunidad


De la mano de los conocimientos científicos, de los saberes ancestrales, del análisis continuo de la realidad, vemos por varios continentes no sólo el oprobioso peligro de la guerra, sino sus gravísimas consecuencias en la destrucción de varios países que eran prósperos, o bien que eran muestras loables de civilizaciones antiguas. Ante tales escenarios, cabe muy acertadamente preguntarnos: ¿tenemos tales riesgos?, ¿si fuera así, que nos toca hacer para evitarlo?


Es evidente que son unos pocos países y unos cientos de empresas multinacionales, las que se benefician de tales guerras criminales, del éxodo de decenas de millones de habitantes de los países masacrados. Sí, en especial empresas dedicadas a la extracción de minerales, de bosques, de recursos naturales, que tras operar minas, bosques y acabar con las fuentes de agua, al pasar diez o veinte años, las abandonan dejando olas de destrucción social y material irreparables. ¿Eso nos compete?

Por nuestro sentido humanista, claro que nos compete lo que sucede con nuestros países hermanos, y nos compete en tanto lecciones a aprender sobre lo que nos puede suceder si no “leemos” o aprendemos a leer, lo que sucede en nuestro país y en los vecinos, de manera que evitemos suceda en el nuestro. Más aún, estos son tiempos de pensar globalmente, de que nos importe y mucho, lo que suceda allá en la lejanía, pues nos duele cada una de las vidas de infantes, jóvenes y adultos, despojados de sus condiciones de existencia, de sus posibilidades de realización digna.


Esta Fundación en su accionar cotidiano, nos recuerda qué hacer para sensibilizarnos por la vida de los demás seres humanos. En sus varios liderazgos, tiene ejemplares formas y motivaciones para asumir responsablemente nuestro compromiso con la vida y con los demás, nos invita a leer el mundo, a ver y a proveer, a valorar la democracia y las formas de crecer con otras personas, haciéndonos parte de un mismo proyecto social, inclusivo, digno, amable.


Sí, la paz se construye y se defiende, y hay ya en nuestro país pueblos enteros despojados por el crimen organizado, de modo que tenemos tarea en recuperar la paz para nuestras hermanas y hermanos víctimas. Tenemos tareas de la mayor importancia para contribuir al cese de secuestros y desapariciones, de la victimización de niñas y mujeres, de jóvenes. Construir la paz, aprendiendo a resolver conflictos en varias escalas, es una gran tarea pendiente para quienes asumimos la responsabilidad de recomponer el tejido social, nuestros lazos para hermanarnos desde el presente.

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