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Promovamos la autoestima comunitaria

  • Fundación Comunidad AC
  • 9 may
  • 3 Min. de lectura

Vicente Arredondo

Vicepresidente de Fundación Comunidad




 

Como bien sabemos, estamos enfrentando un cambio en el orden económico mundial, vinculado también a situaciones de orden cultural, político y social. Estas transformaciones son sin duda una gran oportunidad para repensar el sentido de nuestra vida personal y comunitaria.


El modelo de Estado/nación surgido hace más de dos siglos evolucionó a lo que se conoce como el Estado/benefactor, esto es, que se reconoció y formalizo la obligación de los gobiernos de mirar por el bienestar de sus gobernados. Para ello, se crearon instituciones responsables de todo tipo para atender necesidades humanas, como la educación, la salud, la vivienda, la alimentación, el empleo y más. Este modelo entró en crisis hace unos cincuenta años por problemas económicos, organizativos y éticos en los que cayeron la mayoría de los gobiernos, por el endeudamiento y la corrupción.


Esta situación se quiso resolver con un nuevo modelo en el que la responsabilidad de crear el bienestar colectivo correspondiera mayormente al sector empresarial privado, nacional e internacional, para lo cual se privatizaron gran parte de los servicios que ofrecía el Estado, y la economía se dejó a las fuerzas del mercado. La realidad actual muestra que no se logró el propósito de que el mercado resolviera los problemas sociales, sino que, con su acción, sin control del gobierno, creció la desigualdad social, y sólo una minoría logró beneficiarse con mucho de este modelo.


Estamos ahora en una transición que permite renovar la idea, la convicción  y la práctica de la necesidad de que la ciudadanía juegue un papel mucho más decisivo en las decisiones sobre cuál debe ser el rumbo futuro de nuestras sociedades. No podemos volver a la situación de esperar de nuevo que el gobierno sea quien tiene que resolver todos nuestros problemas.


Es momento de dejar claro cuál es el ámbito, funciones y atribuciones que sólo le corresponden al gobierno, y cuáles son los derechos y obligaciones de los ciudadanos. Los ciudadanos somos capaces en lo individual y en lo colectivo de imaginar y de llevar a la práctica nuevos procesos y transformaciones en la manera de hacer política, economía y comunicación en la sociedad. Debemos entender que somos capaces de atenuar problemas sociales en la escala debida, y de aprender a tejer las redes que le dan sostenibilidad a la vida en sociedad.


Para lograr el desarrollo de nuestra comunidad hay primero que creer que lo debemos y lo podemos hacer. Hay que tener claros los motivos por los que queremos ser parte de una sociedad participativa, que de manera proactiva busca soluciones a los problemas comunitarios, en el marco de influencia de cada uno de nosotros y nosotras. Construir soluciones a problemas y conflictos humanos, atendiendo sus causas, no es sólo un tema de técnicas y procedimientos a aplicar, o de dinero para canalizar, es, sobre todo, un asunto de actitud, esto es, de convicción y solidaridad humana.


Estamos viviendo tiempos borrascosos en los que se promueve el consumo indiscriminado de bienes materiales y de espectáculos diversos, reales y virtuales. Esto resulta ser un falso camino a la satisfacción de nuestras necesidades profundas. Los valores de compasión y de solidaridad humana no son promovidos, ni cultivados; no obstante, los desajustes que experimenta el actual orden mundial nos deben motivar a encontrar formas renovadas de organización ciudadana que sean útiles para nosotros y nosotras, y para los demás.


Para construirnos como personas y como comunidad, además de tomar conciencia del poder que tenemos, necesitamos de inicio lo siguiente:


a). Buscar los medios de comunicación confiables y la información necesaria para entender lo que realmente está pasando en nuestra comunidad, nuestro país y en el mundo, y cuáles son las causas de ello. Esto es importante, porque por desgracia, vivimos en una época en la que la desinformación es la norma de los medios convencionales de comunicación.

b). Buscar sumarnos a grupos existentes de ciudadanos ya ocupados en resolver algunos de los problemas sociales que vivimos, o bien, tomar la iniciativa de crear uno de ellos, e invitar a otros a que se sumen.


Recordemos también que hay acciones que podemos realizar en lo personal, en nuestra vida cotidiana, que impactan en lo social, y que no requieren que las hagamos con otras personas; y, por otra parte, que existen acciones que por necesidad requieren que nos vinculemos con otras personas para lograr el impacto deseado. Sigamos los dos caminos y hagamos comunidad.



 


 
 
 

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