La función de científicos sociales y humanistas en tiempos de urgencia
En los momentos de turbulencia social que vive México, tales como desapariciones forzadas, feminicidios, juvenicidios, secuestros, tortura, asesinatos, despojo, desplazamientos forzados, entre muchas otras manifestaciones violentas, se han vuelo importantes e incluso imprescindibles reflexiones en torno a la posibilidad de que las ciencias sociales y humanidades sirvan como herramientas que contribuyan a la construcción y fortalecimiento de discursos que confronten al discurso formal, ese discurso que legitima el aniquilamiento de las comunidades y de sus territorios en el nombre del desarrollo y del progreso, ese discurso que justifica las muertes de jóvenes al argumentar que la merecían debido a sus acciones.
Entonces, se ha reconocido y aceptado como el único y verdadero objetivo de las ciencias a la construcción y divulgación del conocimiento. Dada la realidad que experimentamos cotidianamente, estos objetivos deben reconfigurarse, ya que es oportuno que no sólo se produzca conocimiento para su divulgación y análisis sino que éste debe servir como una herramienta efectiva capaz de contrarrestar los efectos de los discursos oficiales.
Estamos frente a un momento decisivo, donde debemos replantearnos las formas epistemológicas clásicas, que en contextos como el mexicano, ya resultan obsoletas. Puesto que son escenarios, marcados por la ilegalidad, corrupción y violaciones a derechos humanos, lo que nos obliga a cuestionarnos lo siguiente, ¿Es justo abordar con neutralidad, desde las ciencias sociales y las humanidades, realidades tan cruentas como la desaparición forzada en México?, Así como, ¿Es justo privilegiar la imparcialidad de las investigaciones científicas, cuando los temas abordados, son por ejemplo, los impactos nocivos que provocan los megaproyectos en comunidades altamente marginadas?
En este sentido, es de vital importancia la vinculación e involucramiento de estudiantes universitarios con colectividades de la sociedad civil, asociaciones civiles, organizaciones no gubernamentales, colectividades en resistencia, entre muchas otras manifestaciones de organización social, que permitan al alumnado, acceder a sus propias realidades desde un enfoque crítico y sobretodo activo, no sólo para fortalecer su cultura política, sino para contribuir desde la ciencia en la construcción de justicia.
Por lo tanto, establecer mecanismos de inserción y participación de estudiantes universitarios en espacios donde se prioriza la práctica y se reivindican metodologías de investigación acción, posibilita la construcción de profesionistas con un posicionamiento político más crítico.
Además su participación contribuye al fortalecimiento del modelo de ciencias sociales que no sólo se cuestionen ¿El conocimiento, para qué? Sino ¿El conocimiento al servicio de quién? Como se ha mencionado arriba, en contextos como el que vivimos, las ciencias sociales y humanidades deben establecer herramientas que ayuden a contrarrestar los discursos formales. Para cumplir con este objetivo es imprescindible la vinculación de la comunidad estudiantil en organizaciones, colectivos, grupos, cooperativas, que les permita tener una participación activa que les posibilite aproximarse a sus realidades con otros ojos, unos más sensibles.